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100 años del amor de mi vida: Club América

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Hablar del América siempre esboza una sonrisa en mi cara. Desde que tengo uso de razón este ha sido el equipo de mis amores, un amor y una pasión que me fue heredada pero que he aprendido a amar y a valorar cada día de mi vida.
Y es que cómo no amarlo de forma incondicional si he vivido días de gloria, días para el olvido, he encontrado una segunda familia que me ha acompañado en este camino, me ha regalado los mejores momentos de mi vida y en cada espacio y rincón de mi historia existe y vive el América.


Esta semana cumplimos 100 años y como su lema lo dice “100 años de Grandeza”; sí una grandeza que se refleja en nuestras vitrinas llenas de copas pero que más allá de eso, una grandeza que hemos hechos nosotros: la afición. Puedo escribir esta nota llena de datos y de nombres de todos y cada uno de los jugadores y campeonatos que han hecho la historia de nuestro equipo, pero no, hoy quiero hablar de algo que desde hace un año me ha tenido como niña esperando a que lleguen los reyes magos: los 100 años del amor de mi vida.

¿Qué sería de mi vida sin el América? Simplemente sería otra persona. Más allá de una institución, un simple equipo de fútbol, el América para mi representa mi vida. Muchos dicen que esto nos lo vendió Televisa y nosotros decidimos comprarlo, pero quienes sentimos este amor incondicional entendemos perfecto que esto va más allá de una televisora.

El Club América me ha acompañado en cada momento de mi vida:las apuestas en los clásicos con el señor del transporte de la primaria, los domingos en casa de mis abuelos gritando los goles de mi equipo entre antiamericanistas, aguantar las burlas de mis tíos cuando nos tocaba perder, el primer partido al que fui, la primera vez que entré al Azteca, las discusiones con mi mejor amigo cada fin de semana, los primeros campeonatos que me tocaron vivir, los fines de semana que esperaba para poder ver jugar a cada uno de mis ídolos, los domingos por la tarde gritando los goles de mi equipo en el Estadio Azteca, finales inolvidables, partidos que se quedaran por siempre, pero lo más importante: mis hermanos azulcremas. Esas personas que por 90 minutos o más se vuelven tus mejores amigos, quienes se enojan y ríen contigo, con quienes gritamos y apoyamos al amor de nuestra vida. Pero también están esas personas que el América te regala para toda la vida, esos amigos que me han acompañado, al igual que mi equipo, en cada momento de mi vida; los que viajan contigo y comparten esta locura, los que están en las buenas y en las malas, aquellos que te defienden y a quienes defiendes como si fuera el equipo. Ellos han sido el mejor regalo que la escuadra azulcrema me ha podido dar, mi segunda familia.


Somos afortunados porque nos está tocando vivir el Centenario de nuestro equipo y no, no es el partido esperado, ni los refuerzos, ni las actividades que ha organizado el Club; somos nosotros los millones de aficionados que hemos dejado todo por estos colores quienes debemos festejar y disfrutar este momento. Hoy toda la nación azulcrema debe portar con orgullo estos colores, hoy debemos disfrutar nuestro día y el sábado estar ahí sabiendo que somos testigos y parte de este centenario.

Hoy felicito cada americanista que exista en cualquier rincón del mundo, esos que como yo tienen tatuado al América en el corazón.

Felicidades familia, felicidades amor de mi vida.

https://www.youtube.com/watch?v=-60-4MnGlcc

Fotos tomadas de Club América y Americanográfico.

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