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Enfermedades Crónico-Degenerativas. Una forma de ser…

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Del aforismo “no hay enfermedades sino enfermos” podemos derivar otra concepción de la enfermedad que se nos revela cuando actuamos como prestadores directos de los servicios de salud, pues nuestra relación primaria no es con el objeto “Diabetes Mellitus”; sino que tenemos ante nosotros a personas que por su historia y circunstancias llegaron a una forma de ser que les ocasiona inconvenientes, limitaciones, malestares y sufrimientos.

Cada vez es más evidente que el tratamiento de los pacientes con Diabetes Mellitus tipo 2 y con otras enfermedades crónicas, para tener cierta efectividad requiere cambios en el estilo de vida de tales pacientes para lograr su control. Donde la posibilidad de modificar los hábitos y estilos de vida es equivalente a la que supone la ingestión de un fármaco y sólo es necesario que el paciente sea obediente y disciplinado.

El médico suele informar al paciente acerca de la enfermedad, que en el mejor de los casos incluye aclarar malentendidos para posteriormente, con base en lo que cabe esperar en el futuro si hace caso omiso de las indicaciones, formularle recomendaciones –habitualmente un listado de prohibiciones y nuevas obligaciones- con la pretensión de “ajustarlo” o “cambiarlo” y así lograr el fin de su intervención: el control de la enfermedad. El problema consiste en un perentorio recambio de componentes (unos hábitos por otros) para poder aproximarse a un entendimiento más penetrante de la cualidad de vida de la que es portador y que tiene ante sí.

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Lo propio de la vida es:

• El movimiento
• El acoplamiento recíproco y perpetuo entre el organismo y el medio ambiente (que define ese carácter indisociable de uno respecto al otro, porque no existe el uno sin el otro)
• El cambio constante (los organismos modifican su medio, el cambio del medio ambiente modifica al organismo, que a su vez influye en el ambiente y así sucesivamente.
• La emergencia incesante e inacabada de novedad, que en el plano colectivo de los seres humanos adquiere la forma de cultura.

Es importante resaltar y poner especial atención al medio ambiente en que se vive, en particular las relaciones con las personas u obras, significativas en el plano afectivo o intelectual, tanto en el orden material como en el simbólico. Tal concepción nos plantea que lo que una persona es, o ha llegado a ser, en un proceso de inevitable modificación, resulta de un sin número de interacciones, entre sus predisposiciones, facilitaciones e inhibiciones congénitas y adquiridas con los diversos planos de los que ha sido parte su existencia. La forma como el medio influye en ellas es provocando, inquietando, desafiando, dando impulsos o estímulos más que instrucciones u órdenes.

Un enfermo crónico es una persona que por su historia (herencia biológica y cultural, multiplicidad de ambientes de los que ha formado parte) y circunstancias (estado actual de sus relaciones con el medio ambiente), ha llegado a cierta forma de ser que le ocasiona limitaciones, malestares, sufrimientos y diversos tipos de inconvenientes. Es necesario darnos cuenta que los “estilos de vida” son cualidades ancladas en las entrañas que resistirán en mayor o menor grado ante cualquier tentativa de cambio.

 

@RoseMahler

Foto 1 tomada de Flickr, del perfil de Kevin Hutchinson.

Foto 2 tomada de Flickr, del perfil de aarmono.

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