Formé parte de una barra por un poco más de cinco años, donde tuve la oportunidad de vivir todo esto de cerca, de conocer gente, de viajar, de vivir esta pasión desde otro punto muy distinto al que lo había vivido.
Llegué por mera coincidencia y debo de confesar que al inicio tenía mucho miedo por todo lo que se decía alrededor de esto. Desde el primer partido vi la dinámica que se tiene desde horas previas al partido, el ingreso al estadio, el partido, la salida del mismo y el camino a casa. Muchas cosas que me imaginaba no eran tan malas o tan agresivas como creía; para mi es como en todo, existe quien quiere consumir alcohol o drogas, los que van a lo que van, los que quieren conocer, etcétera. En ningún momento de todo el tiempo que estuve ahí me sentí comprometida con hacer cosas que no estuvieran dentro de lo que yo era; ahí cada quien es libre de hacer lo que se le de la gana, siempre y cuando respeten la idea principal: alentar al equipo.
Los partidos se viven con muchísima más pasión, uno entiende la comunión y la unidad que se genera barra-equipo y lo importante que es el alentar cada segundo del encuentro.
Estar en casa cada 15 días
Mi primer partido con la barra fue de local y tuve la suerte que en ese partido se ganara y se anotaran varios goles; gritar un gol ahí es muchísimo más intenso que en cualquier otro lado.
Uno debe de aprender la dinámica que se tiene, los tiempos, la armonía que debe de haber entre las voces y los instrumentos, saber que cada grito que das es con la finalidad de apoyar a tu equipo y ser el motor, el empuje de tu equipo. Yo no podía entender eso de “hacerles sentir que están en tu casa” hasta que estuve con la barra; cuando tu voz se oye más y ves que con eso los jugadores se motivan se vuelve una complicidad donde ninguna de las partes se rinde y da todo por el mismo objetivo: ganar.
Los Viajes
Cada viaje era una oportunidad para conocer a más personas y generar una hermandad con aquellos que se quedaban sin camión y teníamos que ver como llegar a nuestro destino, juntar el mucho o poco dinero que teníamos para comer algo, ayudar al que no acompleta para su entrada, estar con aquellos que nunca te habían visto pero que te cuidan como si fueras de su familia. Fue toda una experiencia para mi entrar a estadios de equipos rivales y sentir toda esa adrenalina, esas ganas de cantar hasta quedarme afónica haciéndoles saber que ahí estábamos apoyándolos, recibir un aplauso por parte del equipo que agradece que hayas hecho un viaje por ir a verlos. Salir del estadio en varios estados es toda una odisea porque los policías te ven como el enemigo y en vez de ver por tu seguridad parece que buscan la forma de que no salgas bien, además están los aficionados de los equipos contrarios que ya están esperando los camiones para apedrearlos o aquellos que se quitan su playera y te salen de la nada para golpearte sin hacer distinción alguna. A pesar de esto fueron experiencias muy gratas y saber que lo hacías por el gran amor que le tienes a tu equipo, hace más significativo cada uno de esos viajes.
Cuando te toca, te toca
No voy a decir que no existe la violencia o que nunca me tocó nada que tuviera que ver con esto, pero si puedo decir que esto tiene que ver con aquellas personas que “se desconectan”. El fútbol forma parte de la vida de estas personas y muchos lo usamos para ir a sacar todo el estrés que se genera en el trabajo, escuela y/o casa durante toda la semana, el problema es cuando unos lo canalizan mal y sienten que a través de golpes es la forma de hacerlo.
Lo aprendí y lo tuve claro desde el día uno que formé parte de esto; hay situaciones que se quedan fuera de nuestras manos y que debemos estar preparados para eso: las peleas. Nunca fui partícipe de buscar peleas, de provocar una o de demostrar tu fidelidad a tu equipo golpeando a los del equipo contrario (un ideal con el que nunca comulgué con la barra), pero si era consciente que por el simple hecho de formar parte de esto era muy probable que me tocara. Por el simple hecho de ser barrista en automático cuando vas a otros estadios e incluso en el propio, la policía y la misma gente te tratan mal, te provocan, te ofenden y/o golpean; con todo esto tienes que luchar cada ocho días por ir a alentar a tu equipo y a veces no te queda más que defenderte o defender a tus amigos. Siempre que pude me alejaba y trataba de no entrar en el juego, pero a veces es difícil cuando ves que están golpeando a uno de tus amigos o cuando ya te están tocando los golpes.
Ser barrista, de las mejores experiencias de mi vida
Fue una etapa donde aprendí y crecí mucho en lo personal, conocí una forma de ser leal que no conocía, perdí muchos miedos, viajé, viví muchas experiencias, fui capaz de hacer muchas cosas por este amor, entre muchas más. Pero la mejor parte fueron los hermanos que hice en la barra; esa gente que te tiende la mano, que se vuelven parte de tu vida y no solamente durante 90 minutos sino dentro y fuera de la cancha, una hermandad que se genera de ese gran amor que le tienes a tu equipo.
La violencia en el estadio ¿los barristas los únicos culpables?
Se dice que la violencia en el estadio es provocada por los barristas; incluso de incultos, analfabetos y desadaptados se nos ha tachado. Pero si ustedes vivieran desde adentro sabrían que esto es responsabilidad de varios. La gente de seguridad no está capacitada para este tipo de eventos y a veces no saben como actuar en estos casos; me ha tocado ocasiones donde ellos son los que inician las peleas y donde a veces abusan de su autoridad para agredirnos, siendo ellos los que generan la violencia. Otra parte responsable son los medios de comunicación que incitan y provocan a la gente con rivalidades que se salen de sus manos. La FEMEXFUT es otro gran responsable, ya que cada vez van cerrando más espacios con su afán de “eliminar” las barras en vez de buscar una solución al problema; se van por la salida más fácil y lo peor es que cada decisión que se toma al no estar bien informados, solamente generan que se salga más de control la situación.
Recientemente se aprobaron leyes donde se castigan a las personas que generan violencia en los estadios, pero al ser leyes hechas “al aventón” son ambiguas y como la FEMEXFUT, se buscaron soluciones sin saber el problema.
Obviamente no dejo fuera a los propios barristas, que en ocasiones olvidan el fin al que van a un estadio (alentar a su equipo) y deciden usar este escaparate para cosas que no tienen nada que ver con esto y terminan promoviendo y provocando a los barristas del equipo rival para probar quien ama más a su equipo, olvidando que eso se hace dentro de la cancha cantando los 90 minutos.
¿Cómo solucionar este problema?
No tengo una solución para este problema, pero si se que para hacerlo se debe de investigar de fondo el contexto y cada uno de los factores que lo engloban para poder empezar a identificar cada arista del problema.
Durante varios años se han hecho estudios antropológicos y sociales en Europa y Sudamérica sobre este fenómeno, su contexto y la representación de la sociedad que tienen. En recientes años se ha iniciado este tipo de estudios en México y se han tratado de identificar los factores que engloban el barrismo, así como el nivel de violencia que se tiene y las características particulares de este fenómeno en nuestro país. Todos estos estudios podrían ayudar (como en otros países) a definir el problema y buscar una solución.
También no se ha tenido un acercamiento formal entre barristas-federación-gobierno que pudiera generar una retroalimentación hacia cada parte para poder mejorar las condiciones y poder crear un común acuerdo que baje el nivel de violencia en el estadio sin necesidad de reducir espacios.
El fútbol es un reflejo más de nuestra sociedad, un escaparate para muchos que durante 90 minutos olvidan todos los problemas que tienen y disfrutar ver el partido de su equipo favorito, es por eso que cada quien tiene que hacer su parte para que podamos disfrutar de este deporte sin que se nos vayan quitando espacios (como los recientes vetos a estadios) o se vaya alejando la gente por miedo a tener que vivir algún brote de violencia. Sigamos disfrutando de esta pasión y como barristas nos toca respetar la máxima de nuestra ideología: alentar a nuestro equipo.
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