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De gente y conciertos, una crítica sobre el ecosistema de un evento musical

Gatito Tierno
Gatito Tierno
Les dejo una imagen de un gatito por que este post tiene cantidades industriales de odio.

Soy un aficionado a los conciertos de hace dos años para acá, en realidad en los últimos dos años he visto más artistas en vivo que en toda mi vida y  siendo francos siempre que he ido voy con el fin de disfrutar a las bandas fuera de la zona de comfort que suele ser el álbum de estudio. Verlos experimentar más allá de sus grabaciones. Y me resulta muy importante ver, no sólo la música, sino el performance que tiene el artista en vivo dado que creo que hay músicos que son sólo músicos y otros que son artistas completos. 

El principal problema, y es algo que me ha pasado más en este último año, es la división de la gente que va a este tipo de eventos ¿Cómo que división? Es muy sencillo. Yo suelo ir a dos tipos de conciertos: Los que muero por ver el artista y los que mi novia quiere ver y a mi me dan curiosidad. Soy de la idea de que conocer a una banda en vivo realmente es la mejor manera de conocerlos y enamorarte de todo su potencial.  Y últimamente he visto que la gente se divide en varios grupos: Están los que van por la música aunque no conozcan el grupo, están los fans muy clavados (que tristemente a veces son los menos) y la gente que va “socializar”; este último grupo es de los que más me molestan porque es el tipo de gente que considera que ponerse borrachos hasta quedar tirados, mamonear quién tiene más dinero y quién consigue más cosas sin pagar o incluso ligar, la manera más buena de disfrutar un concierto.

 

Seamos claros, no digo que hacer alguna de esas cosas están mal, digo que no es el lugar. Si, yo he ido a conciertos con la esperanza de encontrarme amigos, pero no es mi causa principal. Se me hace un insulto hacia la banda el hecho de que los conviertan en la música de fondo de una fiesta mal parida llena de gente que no sabe a bien qué hace ahí y muchos más que ni les interesa, porque lamentablemente poco a poco somos minorías los que nos peleamos por estar hasta en frente y coreamos las canciones y de a poco se multiplican los que llevan sus celulares con Shazam o Soundhound para “al menos saber quien carajos toca”. Vaya que con estos últimos tengo aún más problema, he ido a conciertos sin conocer a la banda sin embargo nunca he ido sin siquiera saber quién va a tocar, digo al menos revisas el cartel de lo que vas, pero a muchos no les interesa, para muchos los antros ya no los llenan como un centro de recreación. Los covers de los antros ya no les implican un valor suficiente para enseñarles a sus amigos lo que se gastaron, tienen que ir a consumir a algo más caro y peor aún intentar que la bebida se las den gratis.

Hace unos días vimos a Nils Frahm, gracias al MUTEK, y me entristeció bastante el ver a mucha gente que nunca entró a la sala a escuchar al enorme músico con tal de quedarse a tomar y “socializar” con sus “amigos” que los invitaron y entonces terminan desvirtuando actos que cuesta trabajo ver en México.

Y yo sé que  muchos me dirán que yo vaya a divertirme y a ver la banda, que no me importen esas personas y suelo hacerlo, pero llega un punto en el que se vuelven insoportables. El fin de semana se llevó a cabo el festival Corona Capital y ahí fue el tope de mi paciencia. Antes de empezar a hablar sobre el tema principal me gustaría recalcar que  no tengo ningún sentimiento contra los consumidores de alguna droga, siempre y cuando su consumo no afecte a otros, dejando claro esto me resultó sorprendente la cantidad de gente TAN drogada en el festival y digo yo he consumido mariguana pero la cantidad de mariguana que se consumió en tantos días que en el escenario Bizco Club nunca dejó de oler a mota, al grado de que llegó un momento en el que se me revolvió el estómago de tantas horas estar ahí. Entiendo que muchos lo hacen para “maximizar la experiencia” pero me sorprendió que había gente que fumaba mota hasta viendo a Iron & Wine. 

A lo que me refiero, en general, es que la manera en la que se disfruta un evento musical ha ido decayendo por culpa de toda esa gente que lo ve como un signo de estatus y no un evento cultural.

Caray, sólo me queda recordar lo que disfruté y esperar que encuentren otra cosa en qué mostrar que son mejores y dejen los conciertos en paz.

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